Rosa Martínez

Es una bendición tener hijos y aún más con algún talento como Sebastián, pero no ha sido fácil. Si nadie nos enseña a ser padres y finalmente resulta complicado, es aún más siéndolo de un niño que tiene una capacidad de análisis a veces mayor que nosotros mismos.

Sebastián fue regalón desde pequeño y muy despierto. Comenzó a leer a temprana edad y nos percatamos que la percepción que él tenía de las cosas, su forma de expresarse, las palabras rebuscadas que utilizaba al hablar, no eran habituales para un niño de su edad. Su interés por la biología y el no encontrar con quien hablar del tema, hizo que se alejara de sus pares, haciendo que su entorno lo viera de manera distinta y así comenzó a sentirse ajeno a aquel mundo en el que se desenvolvía diariamente. Fue complicado y hasta agotador.

Nunca imaginamos que, mientras nos preguntábamos qué haríamos para ayudarlo, íbamos a recibir una llamada, una llamada que respondería algunas de nuestras preguntas. La Fundación Elsie Küpfer de Wernli se había interesado en el talento de Sebastián y quería conocerlo. Un poco incrédulos nos reunimos con su Gerente María Cecilia Jara, quién nos orientó y nos permitió postular a seguir un programa de Tutorías para Sebastián.

Luego de una ansiosa espera fuimos aceptados por FundacEK, lo que ha significado mucho para nosotros y aún más para Sebastián. Encontramos respuesta a muchas de nuestras preguntas, nos ha dado seguridad en el camino a seguir y hemos encontrado manos amigas que nos ayudan y nos orientan en los problemas que aparecen en el día a día.

El talento intelectual es un talento que es difícil poder desarrollar si no se encuentran las herramientas adecuadas, los guías indicados y el apoyo necesario, y todo eso nos lo ha dado la Fundación.
Hoy disfrutamos a este niño feliz, que sigue siendo niño pese a sus intereses intelectuales, que sigue siendo inmaduro en su actuar pese a su madurez conceptual, que aprendió a integrarse con sus pares, que disfruta el deporte y los juegos, y por sobretodo, que vibra con el aprendizaje y con todas las actividades que se desprenden de ello.

Concluyendo, estamos contentos. Gracias a cada uno de quienes hacen que mi tesorito se sienta integrado, comprendido, escuchado, y por sobretodo, querido. Gracias por la oportunidad de este desarrollo que hará de Sebastián cumplir sus sueños y ser una gran persona.